La modelo compartió que, desde que tiene los juguetes sensación de TikTok en su hogar, ha sentido desde migrañas, pesadillas y malestar general.
Lisandra Silva causó revuelo en redes sociales este sábado, luego de vincular la adquisición de los muñecos virales Labubu a una serie de síntomas físicos y mentales que la aquejan.
La modelo aseguró que los compró el pasado 10 de mayo y desde aquel entonces comenzó a sufrir de migrañas, problemas para dormir, pesadillas constantes, dolores corporales y malestar general.
A través de un extenso video publicado en sus redes sociales, Lisandra comenzó cuestionando: "¿Los regalo, los entierro, los quemo, los boto, qué hago?", y mostró que adquirió cuatro Labubu, unos muñecos originarios de China que se han vuelto virales en 2025.
"Comencé con un poco de dolor de cabeza, luego migrañas un poco más intensas y se lo achacaba un poco al trabajo, al estrés, a la menstruación", explicó la modelo, quien además agregó que los síntomas empeoraron rápidamente.
En esa misma línea, comentó: "Sentía una pesadez demasiado gigante en mi cerebro, era como una bola de humo negro que me inundaba completamente".
Con el pasar de los días, la modelo empezó a tener "pesadillas insoportables, con orgías, o que estaba en un pantano, o que trabajaba para la mafia, cosas así como demasiado desagradables que bajan mucho la vibración y que no tienen nada que ver conmigo".
"Empecé a tener pensamientos como que quería desaparecer de este mundo (...) me encontré teniendo estos pensamientos en el baño, estando con mis hijos, manejando, sentada en el sofá, un pensamiento continuo", detalló Silva.
Silva relató que comenzó a dar indicios a su familia, amigos e incluso a Raúl Peralta, padre de sus hijos, sobre la depresión que estaba atravesando y lo que estaba viviendo a nivel emocional, momento en que se cuestionó: "Dios mío, ¿Qué me está pasando?".
Luego, Lisandra recibió un mensaje de un seguidor, quien había reenviado una publicación del influencer Juan Bergman sobre los Labubu y aborda las teorías que relacionan a estos peluches con Pazuzu, demonio de la cultura mesopotámica que exacerba la sexualidad.
"Los agarré como la niña Anabelle y los llevé para el otro cuarto, cerré la puerta de mi cuarto con llave, me acosté a dormir y por primera vez en mucho tiempo dormí de corrido unas diez horas", concluyó Lisandra, quien decidió finalmente botar los peluches a la basura.