El comportamiento distante y sin señales de duelo de Wilson Verdugo, uno de los hombres más cercanos a la víctima, generó sospechas desde el primer momento.
El asesinato de José Felipe Reyes Ossa, conocido como el Rey de Meiggs, reveló una posible traición desde su círculo más cercano. Las sospechas apuntaron rápidamente a Wilson Verdugo, hoy formalizado como autor intelectual del crimen.
Verdugo fue uno de los primeros en llegar al sitio del suceso, en Ñuñoa. Su actitud distante y sin muestras de emoción llamó la atención de los presentes.
“No botó ni una lágrima”, dijo un amigo de Reyes identificado como Gonzalo en su declaración. En paralelo, la viuda recordó que Verdugo intentó culpar de inmediato a un empresario colombiano con el que la víctima había tenido un conflicto menor semanas antes, consignó Radio Biobío.
Horas después, se descubrió que la última llamada que recibió Reyes fue precisamente de Verdugo, quien también sabía que ese día llevaría dinero en efectivo.
Uno de los sicarios detenidos confirmó que el autor intelectual del crimen era un chileno, cuyo nombre no conocían, pero que había sido identificado por la pareja de la víctima.
La relación entre Reyes y Verdugo estaba marcada por una deuda millonaria, que según cercanos superaba los mil millones de pesos. La defensa del imputado sostiene que la deuda era menor y que ya estaba siendo pagada.
En la audiencia de formalización, el Ministerio Público presentó pruebas que vinculan a Verdugo con la planificación del asesinato, lo que derivó en su prisión preventiva.
En tanto, uno de los sicarios, identificado como Alberto Carlos Mejía Hernández, continúa prófugo tras ser liberado por "error" y cuenta con una orden internacional de captura.