Se presentaban como "justicieros" dedicados a exponer a presuntos abusadores de menores, hasta que una de sus víctimas los denunció y resultó que todo era un engaño. Ahora, el grupo de influencers arriesga hasta 25 años de prisión por una serie de delitos.
El pasado 10 de mayo la policía argentina detuvo al sexto miembro de los "caza violines”, una banda de jóvenes que, con la promesa de “atrapar” a presuntos pedófilos, utilizaba las redes sociales para transmitir torturas y humillaciones en vivo.
El grupo compuesto por cinco hombres y una mujer operaba en plena ciudad de Buenos Aires. En sus videos se dedicaban a seducir hombres por internet, para luego secuestrarlos y torturarlos durante horas. Todo esto transmitido por internet.
En los registros sometían a sus víctimas a brutales golpizas, compartían sus datos personales y los obligaban a realizar actos degradantes, mientras los miraban sus más de 500 mil seguidores, ante quienes se mostraban como justicieros.
La estrategia parecía ser perfecta, sin embargo, la denuncia de una de las víctimas desencadenó una investigación que terminó por ponerle fin a las operaciones de la banda y reveló que, en varios de los casos, los presuntos pedófilos eran incriminados a costa de engaños.
Según mostraban en sus videos, sus operaciones consistían en contactar a hombres mediante perfiles falsos en redes sociales o aplicaciones de citas y eventualmente acordar un encuentro.
Sin embargo, en las conversaciones los sujetos creían estar hablando con una persona adulta: La foto de perfil, las imágenes y audios que enviaban desde la cuenta falsa eran aportados por la única mujer del grupo, quien era usada como “carnada”.
Es así como, entre medio de los mensajes, enviaban mensajes incriminadores en los que decía ser menor de edad y así entrampar a los individuos.
Una vez en la cita se realizaba la emboscada. La víctima llegaba al departamento arrendado por el grupo, donde era encarado por los varones de la banda y retenido en contra de su voluntad para comenzar con las agresiones.
Las situaciones eran difundidas por plataformas como Kick y subidas a YouTube bajo títulos como “Violín cazado y domado” o “Empresario de 51 quería con una de 12”.
La banda cayó cuando un hombre de nacionalidad venezolana de 40 años denunció a la policía que fue engañado por la mujer del grupo a través de una app de citas y citado a un departamento en la calle Corrientes en Buenos Aires.
Según explicó la víctima, la mujer le aseguró tener 21 años, pero antes del encuentro le mandó una ráfaga de mensajes donde se incluía la frase “tengo 13”.
Según reportaron medios argentinos, al llegar a la supuesta cita, el hombre fue abordado y agredido bajo acusaciones de pedofilia: lo torturaron y humillaron frente a la cámara por dos horas, publicaron los contactos de sus cercanos y lo amenazaron para que no hablara.
Tras una investigación se consiguió la detención de los seis involucrados, quienes son acusados de privación ilegítima de la libertad agravada por violencia, pluralidad de autores y coacción. Todos arriesgan penas de prisión de 10 a 25 años.
Del grupo ninguno supera los 30 años ni tenía antecedentes policiales y su líder, Brandon Joaquín Maldonado, de 23 años, confesó frente el tribunal que “tenía un problemita en el sentido de que quería visitas en YouTube. No puedo volver el tiempo atrás”.
Tras su detención, algunos seguidores salieron a apoyar a Maldonado, argumentando que estaban tomando justicia por mano propia ante la ineficiencia del sistema judicial.
De igual manera, la comunidad de este tipo de contenido no es un nicho nuevo. Según estarían investigando las autoridades, este caso estaría inspirado en el fenómeno de los “cazadores de pedófilos”, una tendencia popularizada en Estados Unidos.
La creación de estos grupos vendría del segmento “To Catch a Predator” transmitido por la cadena NBC en los años 2000, sin embargo, esta versión modernizada cuenta con más libertades, sin los filtros de la televisión tradicional, por lo que en algunos casos se puede prestar para engaños como en el caso argentino.
Consultado por este fenómeno, el fiscal de distrito del condado de Chester en Pensilvania, Christopher L. de Barrena-Sarobe, advirtió al New York Times: “La vida no es un cómic; nadie puede ser Batman. Los agentes de policía tienen la responsabilidad de investigar y hacer cumplir la ley, porque tienen las herramientas para obtener información veraz”.