Esta costumbre tiene un efecto directo sobre cómo y cuánto dormimos.
Estamos tan acostumbrados a mirar el celular antes de dormir que ya no lo cuestionamos. Pero lo cierto es que ese gesto aparentemente inofensivo puede estar saboteando el descanso. La causa principal es la luz azul que emiten las pantallas, que interfiere con la producción natural de melatonina, la hormona que prepara el cuerpo para dormir.
Un informe de Harvard Health advierte que la exposición a esta luz en las horas previas al sueño puede retrasar la conciliación del sueño y alterar el ritmo circadiano, especialmente si se hace todos los días. El resultado es un sueño más superficial, menos reparador, y en muchos casos, insomnio.
La Sleep Foundation también ha advertido que adolescentes y adultos jóvenes son los más afectados, ya que suelen pasar más tiempo frente a pantallas, incluso en la cama. Usar el “modo nocturno” o apps con filtro de luz azul ayuda, pero no elimina el problema del todo.
La recomendación es simple: al menos una hora antes de dormir, apagar pantallas y cambiar el hábito por actividades más relajantes, como leer, estirarse o escuchar música suave. Puede parecer difícil al principio, pero la mejora en la calidad del sueño se nota rápidamente.