"No tomaba, no fumaba": La historia del joven que vendía volantines y terminó muerto en la balacera de Puente Alto - Chilevisión
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10/08/2019 17:46

"No tomaba, no fumaba": La historia del joven que vendía volantines y terminó muerto en la balacera de Puente Alto

Yerko Riveros, un joven de 18 años, falleció mientras jugaba en una máquina tragamonedas de un almacén cuando un hombre disparó al menos 70 veces al interior del recinto. El violento hecho ocurrió la noche del jueves, en un local de la Población Carol Urzúa, donde otras cuatro personas murieron baleadas.

Publicado por Joan Xavier Alemany
Yerko Riveros Muñoz, de 18 años, fue una de las cinco víctimas que fallecieron en la balacera ocurrida el jueves en la noche al interior de un almacén en la población Carol Urzúa de Puente Alto. "Era un cabro tranquilo. Aquí todos lo quieren, todos le dicen Yerkito. Nunca estuvo en drogas, no tomaba, no fumaba. Ni polola tenía. Además, como soy celosa, siempre le decía que no quería mujeres en mi casa. Él todavía dormía conmigo: era mi guaterito", relató la abuela del joven a Las Últimas Noticias. Yerko resultó ser la víctima número tres del ataque que llevó a cabo un hombre que llegó hasta un local de tragamonedas y disparó al menos 70 veces en su interior. Lee también: “Fueron alrededor de 70 disparos”: Identifican a las víctimas de brutal ataque a local de tragamonedas Pese a que terminó el colegio con un título técnico de gastronomía, el joven decidió rechazar la posibilidad de trabajar en un restorán del sector oriente debido a que a su abuela le preocupaba que llegara tarde y le sucediera algo en el camino. Margarita Aguilera, de 73 años recuerda la noche en que se enteró que su nieto regalón fue alcanzado por la ráfaga de disparos que acabó con su vida. Ese día, Yerko llegó a su casa a eso de las nueve de la noche. Andaba visitando a su mamá, con quien tenía un pequeño emprendimiento: hacían volantines y los vendían.  Ya en casa, el joven le avisó a sus cuatro hermanos, a su padre y a su abuela que iría al almacén, lugar del que nunca regresó.

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“Él me dijo: Lela voy al frente a jugar a las máquinas, compro unas galletas, una bebida chica y me devuelvo. Salió, se quedó jugando y no volvió más”. lamenta Margarita Aguilera. La abuela de Yerko recuerda que “cuando sentimos los balazos en mi casa, mi familia se tiró al suelo, pero yo me quedé parada. Luego llegó un niño a la puerta y gritó para adentro: ‘¡Aló! ¡Aló! ¡El Yerko! El papá, mi hijo, salió desesperado para el negocio. Salió a pie pelado, pero se devolvió a ponerse zapatillas y volvió a salir. Después gritó ¡Mi Yerko!”. La mujer de 73 años salió de su casa para ver qué había ocurrido, pero una vecina la detuvo y le dijo que su nieto estaba bien. Sólo alcanzó a ver cuando sacaron al muchacho del almacén para trasladarlo al hospital.  Al momento de regresar a su hogar, su hijo le contó lo sucedido: “mamá, quédate tranquila, pero el Yerko se fue con dios”. Margarita admite que no sabe leer ni escribir. “Lo único que quería era que mi niño saliera de cuarto medio. Siempre me decía Lela, cuando encuentre pega y gane buen sueldo, te voy a sacar de aquí ¿Y ahora qué? Me va a sacar para ir al cementerio”. lamentó.