Beber café sin haber comido nada puede parecer inofensivo, pero expertos alertan que hacerlo frecuentemente podría pasarle la cuenta a tu sistema digestivo.
Para muchas personas, no hay mejor forma de empezar el día que con una taza de café bien cargado. El problema surge cuando ese café se toma en ayunas, sin nada sólido en el estómago. Aunque no lo parezca, ese hábito tan extendido puede generar molestias digestivas que van desde acidez hasta malestares más persistentes.
Esto ocurre porque la cafeína estimula la producción de ácido en el estómago. Si no hay alimentos que lo amortigüen, ese ácido actúa directamente sobre la mucosa gástrica. El resultado: ardor, pesadez, sensación de vacío o incluso reflujo. Así lo advierte la Cleveland Clinic, que además agrega que en personas sensibles puede elevarse el cortisol, la hormona del estrés, provocando efectos secundarios como ansiedad o alteración del sueño.
Además, al estar el estómago vacío, la absorción de la cafeína se acelera, lo que intensifica sus efectos. Por eso, algunos experimentan temblores, palpitaciones o nerviosismo poco después de tomarlo. ¿La solución? Comer algo liviano antes del café, como un pan integral, fruta o yogur, o bien optar por un tueste más oscuro, que suele tener menor acidez.
Beber café no es malo. De hecho, hay estudios que destacan sus beneficios. Pero como todo, el contexto importa. Y en este caso, un pequeño cambio de rutina puede marcar la diferencia en cómo lo tolera tu cuerpo.