En uno de los robos, uno de los integrantes de la agrupación —ahora condenado— cometió un error garrafal que permitió no solo su captura, sino que también la del resto de los implicados.
Hace una semana, Fiscalía de Chile hacía noticia por conseguir una de las condenas más altas a los responsables de una serie de turbazos ocurridos en 2024.
En concreto, según dio a conocer el ente persecutor, la resolución de los tribunales fue de 160 años —sumados entre seis implicados mayores de edad—. Los restantes recibieron cada uno 10 años de internación en régimen cerrado.
Esta condena fue, además, considerada por Fiscalía como la primera resolución que reconoce la modalidad de este delito que ha ido en aumento en el país.
Son varios los episodios por los que la banda estaba en la mira de Fiscalía y las policías, pero cuyas pistas eran escasas.
Del expediente, sobresalen cuatro casos, todos ocurridos con diferencia de apenas unas pocas horas entre el 25 y 26 de julio de 2024.
Fue en uno de esos cuatro robos que uno de los integrantes de la agrupación —ahora condenado— cometió un error garrafal que permitió no solo su captura, sino que también la del resto de los implicados.
De acuerdo a La Tercera, el tour delictual los llevó a robar una casa en Quinta Normal. Como de costumbre, los delincuentes arrasaron con todo a su paso y se hicieron con un cuantioso botín.
Las grabaciones de las cámaras de seguridad en Maipú no fueron suficientes para individualizarlos. Tampoco las víctimas de los robos, pues los ladrones llevaban pasamontañas durante la comisión de los ilícitos.
Sin embargo, aquí viene el error clave: mientras desvalijaban una casa, uno de los sujetos dejó su huella dactilar en un televisor que después, ya habiendo consumado el delito, no se llevaron.
Esos datos biométricos permitieron seguir la pista de uno de los delincuentes y conectarlo a otros a través de redes sociales. Toda esta investigación permitió sus capturas y condenas.