No una, sino cuatro veces ha vuelto un pingüino magallánico a visitar las playas de Río de Janeiro en la misma cantidad de años. Un fenómeno que parece increíble, pero tiene una razón de peso para quien recibe la visita cada año: amor y agradecimiento.
Joao Pereira de Souza, de 71 años, bautizó a este pequeño animal como "Dindim", cuando en 2011 lo encontró sobre roqueríos en Río de Janeiro cubierto de petróleo y moribundo. Por varias semanas lo cuidó y el ave logró recuperarse, volviendo a su hábitat en el sur de Chile, donde pasa una temporada alimentándose.
"Lo quiero como si fuera mi hijo y creo que él también me quiere", dijo Pereira a O Globo TV y relató el cariño único del que goza junto al animal: "Él llega en Junio y se va en febrero, y cada año es más cariñoso, porque parece más feliz de verme. Se acuesta en mi regazo, me deja lavarlo, darle sardinas".
