Rachel tenía 10 años y uno de sus mayores deseos era conocer el mar, otro deseo era sanarse de su enfermedad, lupus. Ella no podía exponerse al sol ni realizar actividades recreativas, por lo que tenía que ver cómo sus amigos corrían cerca del hogar donde vivía. Según sus padres, por lo menos 3 veces al año era hospitalizada, la última crisis la vivió a fines del 2015.
Los padres de Rachel fueron acusados de vulnerar los derechos de su hija, ante el deficiente tratamiento del lupus, aunque ellos desmientes su información. La pequeña ingresó a Villa Padre Alceste Piergiovanni, un hogar donde le darían los cuidados que no le habrían dado sus papás, los que no se imaginaban que 3 meses después Rachel moriría, siendo parte de la alarmante cifra que fue a dada a conocer por la directora del Sename, Solange Huerta.
865 niños y adolescentes murieron entre el 2005 y junio de este año en algunos de los sistemas de protección residencial o ambulatorio que tiene el Sename, de ellos 210 menores que fueron separados de sus padres por distintos motivos y que pasaron a ser responsabilidad del estado.
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