Bárbara Villar
Representando a Talca, Bárbara Villar, de 23 años, ha hecho de la superación personal su mayor fortaleza. Con un mensaje de empatía y esperanza, busca inspirar a otros a transformar sus desafíos en motores de cambio.
Bárbara Villar tiene 23 años, desde temprana edad ha aprendido a transformar las adversidades en impulso. A los quince años fue diagnosticada con psoriasis en gotas, una enfermedad autoinmune sin cura, pero con tratamiento. En lugar de detenerla, esta experiencia la ayudó a cultivar empatía, amor propio y una profunda comprensión de que la belleza real comienza en la aceptación y la autenticidad.
Hoy, su proyecto social está centrado en la prevención y acompañamiento a víctimas de abuso, busca brindar apoyo emocional, contención y herramientas de sanación, tanto a personas afectadas como a familias y comunidades. Su objetivo es claro: romper el silencio, educar, prevenir y crear redes de protección para niños, niñas y adolescentes.
Amante de la lectura, la teología y la cocina, en especial de la repostería, Bárbara expresa su cariño a través de los pequeños gestos, como preparar dulces para quienes ama. También disfruta de la poesía y del arte de comunicar emociones con palabras.
Estudió Ingeniería Comercial y planea retomar su carrera para combinarla con su vocación humana. Sueña con fundar una empresa que una lo empresarial con lo social, además de realizar charlas motivacionales para inspirar a otros a superar sus miedos y a creer en su potencial. También le apasiona la televisión, un medio que considera poderoso para influir positivamente y transmitir mensajes de esperanza.
Su referente de estilo es Tonka Tomicic, a quien admira por su elegancia, naturalidad y equilibrio entre fuerza y delicadeza. Entre sus artistas favoritos destacan Barak y Mon Laferte, por su autenticidad y capacidad de transformar el dolor en arte.
Para Bárbara, representar a Chile en Miss Mundo sería un honor y una oportunidad para mostrar que las mujeres chilenas son símbolo de empatía, resiliencia y esperanza. Cree que cada historia, incluso las más difíciles, puede convertirse en una luz para los demás.