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Altura presidencial

Lo que cualquier persona espera de la máxima autoridad es una preparación mínima, una consistencia intelectual suficiente y un conjunto de ideas respaldado por argumentos. Lo que vimos en Ossandón fue justo lo contrario.

Lunes 5 de junio de 2017 | 15:33

Si hay una conclusión que deja el paso del candidato Manuel José Ossandón por Tolerancia Cero es que no basta con tener cierto nivel de popularidad o armar frases "vendedoras" para los medios o la opinión pública para tener "altura presidencial".

No se trata que solo cierto grupo de iluminados tendría la posibilidad de llegar al principal cargo del país. No. Lo que cualquier persona espera de la máxima autoridad es una preparación mínima, una consistencia intelectual suficiente y un conjunto de ideas respaldado por argumentos.

Lo que vimos en Ossandón fue justo lo contrario. Por cerca de una hora, fuimos testigos de una completa improvisación y total ignorancia particularmente en materia de relaciones exteriores, un área sensible para un país como Chile, actor activo en el concierto internacional y con causas abiertas con nuestros vecinos en la Corte Internacional de Justicia. No olvidemos, además, que las relaciones exteriores responden a una política de Estado que guía, de manera exclusiva, el Presidente de la República.

Manuel José Ossandón, no obstante, demostró un desconocimiento insólito en esta materia, tanto respecto del Acuerdo de París, pese a que él mismo, en su calidad de senador, debió ratificarlo en el Congreso (y lo votó a favor, aunque no se "acordara"), como también sobre la demanda marítima boliviana en La Haya, en que tampoco fue capaz de delinear su manera de actuar frente a la eventualidad que deba, como Mandatario, enfrentar un fallo a favor de Bolivia.

Entonces, el senador se ofende y dice que "si uno es Presidente de Chile tiene equipos, yo no tengo por qué ser experto en todo". ¡Por favor! No se trata de ser experto sino de tener un mínimo de conocimiento de los desafíos del país para poder tomar una postura y que sea ello lo que los chilenos puedan evaluar.

Uno puede valorar la honestidad con que el senador reconoce su desconocimiento de los temas citados y otros tratados en el capítulo de ayer, como las leyes de herencia y donaciones o las que regulan el sistema financiero, pero lo que no es aceptable es el nivel de violencia y ofuscación con que enfrenta a los entrevistadores y con que, quizás para desviar el foco, ataca y busca debilitar a otro candidato.

Tolerancia Cero se ha ganado un prestigio en el debate político y noticioso nacional por la seriedad, e incluso severidad, de sus panelistas al momento de analizar un tema o entrevistar a sus invitados. El espacio de ayer, sin embargo, exhibió a un invitado que no estuvo a la altura, no solo de un programa de televisión sino del cargo que pretende alcanzar.

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